Ictus
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¿Qué es un ictus?
El ictus es una enfermedad cerebrovascular que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. También se le conoce como accidente cerebrovascular (ACV), embolia o trombosis. Los dos últimos términos, no obstante, se refieren más bien a distintas causas del ictus. Un ictus ocurre cuando un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro se rompe o es taponado por un coágulo u otra partícula. Debido a esta ruptura o bloqueo, parte del cerebro no consigue el flujo de sangre, oxígeno y glucosa, que necesita. La consecuencia es que las células nerviosas del área del cerebro afectada no reciben oxígeno, por lo que no pueden funcionar y mueren transcurridos unos minutos.
Causas
Muchos de los factores que pueden aumentar las posibilidades de padecer riesgo no se pueden controlar (la edad, la historia clínica familiar, la raza o el sexo). Sin embargo, la mayor parte de los factores que aumentan el riesgo pueden ser cambiados, tratados o modificados.
Edad avanzada: Pasados los 55 años, cada década vivida dobla el riesgo de padecer un ictus. No obstante, esto no quiere decir que las personas jóvenes no sufran el problema.
Sexo: Se producen, más o menos la misma cantidad de ictus en los dos sexos. No obstante, más de la mitad de las muertes son en mujeres.
Herencia familiar y raza: El riesgo de sufrir un ictus es mayor si alguna persona de la familia lo ha padecido. Los negros tienen más riesgo de muerte y de padecer discapacidades más grandes que los blancos, en parte debido a que en esta raza la presión sanguínea elevada tiene más incidencia, y este problema es un factor de riesgo importante en ictus.
Haber sufrido un ictus recientemente: Una vez sufrido un accidente cerebrovascular las posibilidades de padecer otro aumentan considerablemente.
Tener la presión sanguínea elevada: La hipertensión arterial es el factor de riesgo que mejor predice el ictus. De hecho, otros riesgos dependen de éste. Aproximadamente un 70 por ciento de los ictus ocurren a causa de la hipertensión. Muchos científicos opinan que la mejora en los tratamientos de esta patología es una razón clave para explicar la bajada acelerada del número de muertes por ictus.
Fumar: En los últimos años los estudios han demostrado que fumar cigarillos es un factor importante de riesgo. La nicotina y el monóxido de carbono dañan el sistema cardiovascular de varias formas. El uso de anticonceptivos orales sumado al tabaquismo incrementa en gran medida el riesgo de ictus.
Padecer diabetes mellitus: La diabetes es un factor de riesgo independiente y esta relacionada en gran medida con la presión sanguínea elevada. Aunque la diabetes se puede tratar, padecerla incrementa el riesgo de ictus. Los diabéticos suelen tener también el colesterol alto y sobrepeso, lo que aumenta todavía más sus riesgos.
Sufrir enfermedad de la arteria carótida. Las arterias carótidas del cuello proveen al corazón de sangre. Una carótida dañada por la aterosclerosis puede bloquear el vaso y provocar un coágulo de sangre, que puede causar un ictus. El diagnóstico de este problema lo realiza el médico escuchando con su estetoscopio en el cuello y detectando un sonido anormal.
Presentar enfermedad cardíaca: Un corazón enfermo aumenta el riesgo de ictus. De hecho, las personas que padecen problemas cardíacos tienen el doble de posibilidades de padecer este problema. La fibrilación atrial (el latido rápido y descoordinado de las cámaras cardíacas superiores) aumenta particularmente el riesgo de ictus. El ataque al corazón también es una de las causas de muertes más frecuentes en los supervivientes de un ictus.
Sufrir ataques isquémicos transitorios: Se los conoce como mini ictus que producen síntomas similares, pero no daños que perduran.
Contador de glóbulos rojos alto: Un incremento moderado o importante del número de glóbulos rojos también es un indicador importante de ictus. La razón es que los glóbulos rojos provocan que la sangre se espese, lo que puede provocar coágulos más fácilmente.
La estación del año y el clima: Las muertes por ictus ocurren con más frecuencia con temperaturas extremadamente frías o calurosas.
Consumir alcohol en exceso: El exceso de alcohol puede aumentar la presión sanguínea, aumentar la obesidad, los triglicéricos, el cáncer y otras enfermedades, causar fallos cardíacos y, en consecuencia, provocar un ictus.
Ciertos tipos de consumo de drogas: Tomar drogas por vía intravenosa aumenta el riesgo de ictus debido a un émbolo cerebral. El uso de cocaína también se ha relacionado fuertemente a ictus, ataques de corazón y varias complicaciones cardiovasculares. Estos problemas se han dado, incluso, cuando se ha consumido por primera vez cocaína.
Tipos de ictus

Se pueden clasificar en función del fenómeno vascular que los ha ocasionado. Principalmente, se distinguen dos grandes tipos de ictus:
- El ictus isquémico
- El ictus hemorrágico.
Ictus hemorrágico
El ictus hemorrágico o hemorragia cerebral es aquel tipo de accidente cerebrovascular que se produce ante la rotura de uno o varios vasos sanguíneos, anegando la sangre el tejido cerebral y provocando su asfixia. Y a este daño hay que añadirle la presión que la acumulación de sangre dentro del cráneo puede provocar. No solo pueden ocurrir en el cerebro sino también a nivel de meninges y dentro de los ventrículos cerebrales.
Pueden encontrarse diferentes tipos de ictus hemorrágicos, que pueden ser causados en diferentes circunstancias:

Ictus por traumatismo craneoencefálico
Un traumatismo craneoencefálico puede provocar a su vez que aparezca un ictus en forma de hemorragia cerebral, al romperse los vasos sanguíneos del cerebro.
Ictus por aneurisma
Otra de la causas frecuentes de hemorragia cerebral es la presencia de aneurismas, ensanchamientos localizados de los vasos sanguíneos que se generan debido a la debilidad de los vasos sanguíneos. Se trata de protusiones llenas de sangre que, dado que poseen una pared debilitada, tienen una gran facilidad para romperse ante la presión ejercida por el flujo sanguíneo.
Ictus debidos por MAV y otras malformaciones
Existen diferentes trastornos y síndromes de origen genético que provocan que los vasos sanguíneos del cerebro no se desarrollen correctamente o presenten gran fragilidad, como ocurre en la síndrome de malformación arteriovenosa, con lo que puede resultar sencillo que se rompan.
Ictus isquémico
También llamado infarto cerebral, el ictus isquémico se produce cuando una de las arterias del cerebro se ve obstruida, con lo que interrumpe el flujo de sangre a parte del cerebro. Ello genera que el tejido cerebral no tenga el oxígeno y nutrientes necesarios para sobrevivir, muriendo en poco tiempo. Por lo general, cuando hablamos de ictus solemos hacer referencia a los de este tipo, siendo el más frecuente de los grandes tipos.

Dentro de los ictus isquémicos podemos encontrar varios tipos.
Ictus por embolia cerebral
En la embolia, el elemento que hace que la arteria sea obstruida proviene del exterior del sistema nervioso, viajado por la sangre hasta llegar a dicho sistema y provocar la isquémia si es de mayor tamaño que el vaso sanguíneo por el que pasa. Suele tratarse de un coágulo de sangre que se desprende de su lugar de origen.
Ictus por trombosis cerebral o aterotrombótico
En este tipo de ictus isquémico la obstrucción se produce dentro de las vasos sanguíneos del propio cerebro. Suele ser frecuente en personas con arteriosclerosis.
Ictus lacunar o de pequeño vaso
El ictus lacunar es un subtipo de ictus isquémico en el que el vaso sanguíneo obstruido es una arteriola, parte de las ramificaciones de las arterias que llegan a los distintos puntos del cerebro. La cantidad de tejido que muere suele ser pequeña, pero puede tener también graves efectos dependiendo de la zona en que se produzca. Asimismo también es posible que no se manifieste ningún tipo de síntoma, pudiendo permanecer la lesión silente.
Accidente isquémico transitorio
Este tipo de ictus isquémico se produce cuando se produce el taponamiento de uno de los vasos sanguíneos que irrigan una parte del cerebro, pero el propio sistema es capaz de vencerlo de manera que los síntomas se dan en un corto período de tiempo que puede durar hasta 24 horas.
Sin embargo, aunque se resuelve por sí solo suele ser indicativo de la posibilidad de desarrollar un ictus más severo y permanente, siendo necesario que el afectado realice estrategias de prevención y controles de su estado de salud. Sería semejante a la relación entre una angina de pecho y un infarto.
Ictus hemodinámico
Se trata de un tipo de ictus en el que se produce una disminución del nivel de presión sanguínea que provoca que la sangre no llegue con la suficiente fuerza como para irrigar correctamente la totalidad del cerebro. Aunque puede no haber una obstrucción como tal, es considerado dentro de los ictus isquémicos.
Sintomas
El ictus se distingue por seis señales de alarma, tres de ellas visibles de forma evidente para aquellas personas que están con quien sufre un ictus en ese momento. Estos síntomas, que se manifiestan de forma repentina son:

- Pérdida de fuerza o de sensibilidad en la mitad del cuerpo: desde fuera, podríamos observar que la persona tiene media cara caída, sonríe de forma asimétrica o es incapaz de sostener un objeto con el brazo de la mitad débil de su cuerpo.
- Dificultad para hablar o para entender: quien está siendo afectado por un ictus hablará de forma ininteligible, inconexa o utilizando palabras que no encajen con el contexto. Es posible que no nos comprenda, aunque utilicemos un lenguaje sencillo.
- Sensación de vértigo o desequilibrio: el afectado podría caerse de forma brusca.
- Dolor de cabeza muy intenso: de inicio brusco y distinto del habitual.
- Pérdida total o parcial de la visión, o visión borrosa.
- Hormigueo de la cara, brazo, pierna o un lado del cuerpo.
- Ante estos síntomas, es fundamental actuar con rapidez, cuanto antes, llamando, incluso en caso de duda, a los servicios de emergencia. De esta manera, incrementaremos las posibilidades de salvar la vida de la persona y podremos minimizar las consecuencias en forma de discapacidad de la lesión.
Ante estos síntomas, es fundamental actuar con rapidez, cuanto antes, llamando, incluso en caso de duda, a los servicios de emergencia. De esta manera, incrementaremos las posibilidades de salvar la vida de la persona y podremos minimizar las consecuencias en forma de discapacidad de la lesión.
Prevención
1. Come de forma sana y equilibrada.
- Apuesta por una dieta rica y variada en verduras, proteínas e hidratos de carbono, sin olvidar la fruta.
2. Controla tu peso.
- Puedes utilizar el índice de masa muscular (IMC) como medida de orientación: deberías encontrarte entre los valores 18,5 y 24,9 de este índice.
3. Realiza ejercicio regular y adaptado a tus capacidades.
- Camina, al menos, 30 minutos diarios y elige usar más las escaleras y menos los ascensores.
4. Duerme al menos ocho horas.
- Aumentarás la calidad de tu descanso y mantendrás el sistema cardiovascular en condiciones óptimas.
5. Vigila tu tensión arterial y niveles de colesterol.
- Un control regular de tu salud te ayudará a reducir el riesgo de aparición de enfermedades y a adoptar medidas en caso de necesitarlo.
6. Evita el estrés.
- Utiliza el descanso y el pensamiento positivo como armas contra el estrés.
7. Deja de fumar y evita el consumo de alcohol.
- Una vida sana te ayudará a prevenir los accidentes cerebrovasculares.
8. Mantén activo tu cerebro.
- Aprende nuevas cosas, debate con quien piense diferente a ti, lee mucho, innova en las pequeñas cosas...cualquier pequeño desafío mantendrá activo a tu cerebro y lo hará más resistente al paso de los años.
9. Apóyate en tu familia y amigos.
- Ellos son quienes mejor te conocen y pueden ayudarte a superar las dificultades del día a día.
10. Conoce las señales de alarma de un ictus.
- Identificarlas te permitirá reaccionar rápido, avisar a los servicios de urgencia y salvar tu vida, minimizando los daños de la lesión.
¿Cuál es su posible tratamiento?
La atención al Daño Cerebral Adquirido se organiza según las fases de evolución de la lesión, denominadas aguda, subaguda y crónica.
- Fase aguda: tiene lugar tras producirse el ictus. Cuando el paciente llega a la unidad de ictus, se identifica el origen del accidente cerebrovascular (ACV) y se trata en función del mismo. Los ictus hemorrágicos requieren embolización, un método por el que se administran medicamentos que taponan las arterias rotas. Por el contrario, el tratamiento de los ictus isquémicos busca destruir el trombo que corta el riego sanguíneo con fármacos trombolíticos. Una vez salvada la vida y con el paciente estabilizado, debería de iniciarse la neurorrehabilitación del paciente en el entorno sanitario.
- Fase subaguda: participan las unidades de rehabilitación hospitalaria, unidades en régimen de hospital de día y unidades de rehabilitación ambulatoria. Estas unidades trabajan para tratar de alcanzar la máxima recuperación funcional posible para cada caso y se estima que pueden obtener resultados durante los dos años posteriores a la lesión.
- Fase crónica: se activan los recursos de servicios sociales para ayudar a la persona con DCA y a su familia a vivir con las secuelas estabilizadas del ictus. Estos recursos son unidades residenciales, pisos tutelados, centros de día y, en general, proyectos e iniciativas enfocadas a la inclusión social: acciones relacionadas con el empleo, el ocio, la integración de menores con DCA en colegios y similares.